Una de las piruetas más polémicas e ideológicas de las Ciencias Sociales fue sacarse de la manga estos dos términos para designar las tareas que (casualidad o no) realizan principalmente los varones las primeras y principalmente las mujeres las segundas.
La división sexual del trabajo, al menos tal como se ha dado históricamente en las civilizaciones monoteístas durante el período preindusrial, ha sido un claro causante de la jerarquización de los géneros. El espacio público (el del poder, reconocimiento, visibilidad...) ha estado siempre reservado al hombre; el espacio privado, a la mujer. Hoy las cosas van cambiando pero la inercia cultural sigue siendo fuerte e, incluso cuando la mujer tiene un empleo remunerado, en muchos casos se da lo que las teorías de género denominan doble jornada: al final la mujer trabaja el doble, fuera y dentro del hogar.
Al igual que en la división entre manuales y no manuales, el ganador es menos ganador de lo que aparenta. En un contexto en que la mujer es libre de entrar y salir en el matrimonio el varón está expuesto a quedarse solo en cualquier momento, y entonces, si nunca ha aprendido a valerse mínimamente por sí mismo... ¿qué? Eso por un lado.
Y por el otro, la situación económica real (paro galopante, precariedad del empleo y salarios de supervivencia) no se ajusta al imperativo cultural de que él es quien debe mantener el hogar. Lo que supone un continuo acoso a su autoestima. El hombre se siente menos hombre porque la idea de cómo debe ser un hombre que le han metido en la cabeza es incompatible con la realidad que le ha tocado vivir.
Y por último hay que recordar que sigue habiendo muchas mujeres que tienen los imperativos de la división sexual del trabajo tan interiorizados que continúan, con un patetismo insoportable para los tiempos que corren, reivindicando explícitamente su posición subalterna.
La nefasta división del trabajo I
La nefasta división del trabajo II: trabajadores manuales y trabajadores intelectuales
La nefasta división del trabajo IV: la compartimentación de saberesLa nefasta división del trabajo V: los argumentos a favor de la división del trabajo
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