lunes, 31 de enero de 2011

Etnocidio


Etnocidio:
exterminio de una cultura a través de políticas de aculturación. Interfiere en los procesos de transmisión intergeneracional de saberes, elimina prácticas que refuerzan las identidades culturales, merma la memoria histórica y la autoconciencia colectiva. Robert Jaulin lo define como una destrucción sistemática de los modos de pensar y de vivir de un grupo que finalmente conduce a su desaparición en tanto que sistema socio-cultural diferenciado. Para Jaulin, el fin, el resultado, no el medio, define un etnocidio.

Desde los años 60, numerosos estudios históricos y antropológicos, sobre todo entre las culturas indígenas americanas, han puesto de manifiesto cómo tantas de ellas han perecido víctimas de acciones combinadas de iglesias cristianas, ejércitos mercenarios y gubernamentales, y de grandes empresas multinacionales.

Pues bien, ahora, afirmo, estamos viviendo un etnocidio de la izquierda. En concreto, de la izquierda europea.

Para sostener esta afirmación parto de dos premisas:

  1. Que existe, o al menos ha existido hasta ahora, una cultura de izquierdas.

  2. Que, independientemente de factores sociales objetivos que la debilitan, esta cultura está siendo conducida a la extinción por una ofensiva orquestada.

Observando a vista de pájaro el último siglo y medio de la historia europea, pienso que es difícil negar que ha existido algo que se podría denominar una cultura de izquierdas.

Ésta habría tenido todos los atributos de una cultura (y en algunos momentos, cuando caía en la referencia en una genealogía obrera común, hasta los de una etnia). Comenzando por lo más concreto y material: ha tenido sus rituales, banderas e himnos. Pero también ha llegado a modelar sus propios códigos lingüísticos. Ha construido sus propias instituciones sociales (partidos, sindicatos, cooperativas, asociaciones, etc.). Se ha referenciado en modelos humanos, más o menos mistificados.

Ha producido toda una maraña de ramificaciones, de auténticas tradiciones, muy diferentes entre sí, aunque siempre identificadas como parte de un cuerpo común. Los mecanismos de reproducción, principalmente proseléticos en sus comienzos, se fueron produciendo cada vez más en el seno familiar. Si a ello sumamos su concentración en determinadas barriadas y determinados sectores productivos, el resultado es un caldo reproductivo tan poderoso como casi el de cualquier cultura étnica.

Esa cultura de izquierdas habría tenido también los rasgos más invisibles, subyacentes de toda cultura: unos valores profundos, patrones implícitos de comportamiento, particulares mundos de vida de sus miembros. Las personas de izquierda realmente tuvieron en la cabeza y se guiaron en sus relaciones sociales por conceptos tales como “justicia social”, “derechos sociales”, “progreso social”... Ser obrero no estaba necesariamente reñido con la educación y la conciencia. La actitud hacia la mujer no era la represiva del tradicionalismo religioso ni la comercializadora del liberalismo. Todo ello a veces incluso difícilmente comprensible desde culturas de derechas, lo que subraya la diferencia de capital simbólico acumulado existente entre ambas: las claves interpretativas de unos simplemente no servían para entender a los otros.

La cultura de izquierdas no fue una cultura minoritaria en oposición a otra cultura principal. En ciertos momentos de explosión revolucionaria, sus formas más puras llegaban a ser mayoritarias en la sociedad. Pero es que, aparte de eso, a lo largo de la segunda mitad del siglo XX amplias mayorías fueron de izquierdas en un sentido más laxo en Europa occidental. Sus valores impregnaban la agenda política y las clases dominantes se veían obligadas a tener en cuenta sus reivindicaciones.

La era Thatcher ya fue un primer intento a gran escala de frenar el progreso social y la democratización de la vida económica, el avance lento pero hasta entonces imparable de esa cultura de izquierdas. Ofensivas mediáticas para desacreditar a sus líderes y sus principios, apropiadas reformas de sistemas electorales, duros pulsos con los sindicatos... Esas y muchas otras estrategias perfectamente calculadas y coordinadas se pusieron en marcha en los años 80 y significaron una ruptura con lo que se suele denominar el pacto social de la posguerra. Asimismo supusieron una inversión de la tendencia. Desde ese momento el retroceso de la izquierda ya no se interrumpiría.

Al caer la Unión Soviética, los ataques continuaron con energías renovadas. Por un lado, por los ideólogos neoliberales, desde posiciones ya muy fuertes en Estados Unidos, en varias instituciones supraestatales y, algo más tarde, en la Unión Europea. Un complemento excelente de sus propuestas de (a)política económica fue la propaganda del fin de las ideologías. Su extensión, más allá de los desvaríos del deleznable Fukuyama, tomó muy diversas formas, postulando ya abiertamente la total inutilidad y el final de la izquierda. Se trataba de un primer intento de exterminar a la izquierda de la faz de la Tierra.

Por otro lado, la social-democracia y buena parte del sindicalismo europeo fueron mostrando a lo largo de aquellos años (con algunas diferencias de calendario) una espeluznante miopía. Rapiñando sobre los menguados Partidos comunistas los unos y apuntándose a la moda del apoliticismo los otros.

Pese a todo, la izquierda sobrevivió. Recibió un soplo de aire fresco desde fuera de Europa (sobre todo, desde América Latina), acaparó algunos telediarios como movimiento antiglobalización, los sindicatos mayoritarios siguieron desempeñando su papel de legítimo actor social, los partidos comunistas bajaron pero no desparecieron, los socialistas seguían gobernando por aquí y por allá...

La crisis de 2008 cuestionó públicamente el capitalismo. Se llegó a saber que incluso el MI6 estuvo preocupado por un nuevo auge del marxismo en Europa. Y sin embargo los años subsiguientes han arrojado un balance de lo más desolador: los ideólogos liberales se han reorganizado y vuelven a imponer sus recetas por doquier, la derecha y la extrema derecha ha copado casi todos los gobiernos europeos, los sindicatos intentan reaccionar pero acaban optando por pactar lo que sea para salvar su capacidad negociadora. Y la respuesta social, cuando se produce, es claramente minoritaria (o bien encauzada por la extrema derecha). El capitalismo se había retorcido víctima de sus propias contradicciones, tal como siempre había predicho el marxismo, pero la repercusión política resultó nula: ya no existía una cultura de izquierdas en la población que permitiera aprovechar la oportunidad.

Y ese momento fue elegido, con buen criterio, para intentar rematar, de un golpe de gracia, a lo que queda de la izquierda. Una guerra de exerminio total: incluye hasta a la social-democracia y a los sindicatos, es decir, a aquellos que habían contribuido a la estabilidad del capitalismo en las décadas anteriores. Ahora ya no se les necesita, se puede prescindir de ellos. Una nueva operación de fin de las ideologías se pone en marcha. La izquierda es completamente marginada en el discurso mediático. La religión es reinvocada y refinanciada para parchear la amoralidad del capitalismo. Los sindicatos son ninguneados y se ven obligados a bajadas de pantalones espectaculares para no ser proyectados al mismo pozo de olvido y marginación que la izquierda política. Las legislaciones ad hoc y la represión policial desempeñan un papel supletorio, terminando de invisibilizar a la izquierda allá incluso donde aún respira fuerte.

El objetivo es uno sólo: borrar todo rastro de la cultura de izquierdas. Que al final no se perciba de forma muy diferente a un grupo de izquierda que a cualquier secta religiosa. Que desaparezca por fin ese odioso (para el capitalismo) eje electoral izquierda-derecha. La sociedad parece preparada para aceptar su extinción como un proceso natural. El etnocidio de la izquierda está servido.

Si consiguen lo que pretenden, dentro de pocas décadas simplemente definirse de izquierdas será tan friki como hoy lo es ser, por ejemplo, de la CNT. Ya veremos entonces de quién se ríen los militantes del PSOE o de Comisiones Obreras que hoy se mofan de los partidos o sindicatos minoritarios. Si es que hay que ser cortitos de vista...

Y aquellos que dicen ¿y qué? ante la extinción de la cultura de izquierdas... que no se engañen. No pasarán a la historia solamente trasnochados rituales y burócratas corruptos. Pasará a la historia todo un complejo de valores que ha hecho de nuestras sociedades lo que son desde hace un siglo y medio. Que nos ha permitido, mal que bien, vivir trabajando honradamente sin someternos a humillaciones. Llevar una existencia digna con un techo sobre la cabeza y un ingreso estable. En unas sociedades relativamente equilibradas y solidarias, sin obsesiones securitarias, sin exacerbadas ansiedades competitivas. Con la ilusión de que la sociedad y las personas siempre podríamos seguir mejorando por faro.

miércoles, 26 de enero de 2011

Social Tips


"Ha sido descubierta una súper galaxia a 7.000 millones de años luz de la Tierra que tiene unos 800 trillones de soles y cientos de galaxias. ¡Nuestra galaxia tiene solo unos 100 millones de estrellas!", leo en una revista de divulgación científica. Será un topicazo, pero también una santa verdad... ¡si es que no somos nada! Aunque lo curioso es cómo este hecho cabe en 3 líneas en lo alto de una columna arrinconada de una página central, sin que siquiera se considere necesario mencionar el nombre de la susodicha super galaxia. Nuestra capacidad para ignorar tan imperturbablemente nuestra propia insignificancia sí que es asombrosa... (Por cierto, se llama "cúmulo de galaxias SPT-CL J0546-5345". Cada círculo rojo de la imagen es una galaxia.)


"¡Me encanta que los planes (quinquenales) salgan bien!"


Una vez, en un Real Madrid - Rayo Vallecano en el Santiago Bernabéu, escuché a un improvisado antropólogo sentado detrás mío sentenciar a grito pelao (probablemente con la intención de desmoralizar a los jugadores del equipo contrario): "En Vallecas, ¡¡¡sólo hay RUSOS y GITANOS!!!" Y yo, como ruso, os puedo asegurar que nunca me he sentido más identificado con el pueblo gitano. El racismo hace extraños compañeros de viaje.


"Antes teníamos pocos votos, pero muchas ideas. Ahora tenemos muchos votos, pero pocas ideas", dijo en una conferencia Marco Aurelio Garcia, asesor del Presidente de Brasil. Hagan caso pronto, compañeros latinoamericanos, de este hombre que parece tan sabio como barbudo, si no quieren terminar como la izquierda europea: sin ideas, ni votos...


Otón I, fundador del Sacro Imperio Romano Germánico, decidió que, en adelante, los papas deberían contar con la aprobación imperial. Por no tenerla, a Benedicto V le rompieron la cabeza a baculazos, informa la historiadora Covadonga Valdaliso. Intrigado por el dato, indagué sobre lo que es un báculo y descubrí que se trata de un hueso que se encuentra en el pene de la mayoría de los mamíferos... La próxima vez que se te ocurra llevar la contraria a un emperador, ya sabes: te pueden romper la cabeza a pollazos. (Claro, que también puede que se tratase de un báculo en su segunda acepción: "el cayado que llevan los obispos".)


En Siberia y algunas regiones nórdicas de Canadá se construyen para el invierno lo que en ruso se conoce como "zimnikí", auténticas carreteras sobre pantanos, cauces de ríos o lagos. Los topógrafos las planifican durante el verano, con las heladas llega la maquinaria pesada y simplemente apisona la nieve. Luego pasan camiones-cisterna que echan agua para helar más todavía el firme, y se vuelve a apisonar la nieve. Para algunas poblaciones ésta sigue siendo la única vía de comunicación terrestre.


Por increíble que parezca la legalización de los anticonceptivos no se produce en la República de Irlanda hasta el año 1992. Y, como acertadamente apunta Renaud Lambert, la liberación de fuerzas productivas que supuso fue uno de los principales factores del "milagro" irlandés de la segunda mitad de los 90. La consecuencia previsible fue (al igual que pasó en el Estado español) la presión hacia la baja sobre los salarios. Y así es como el largamente luchado derecho a controlar el número de hijos que se paren se convierte en la casi prohibición de tenerlos. La dictadura de los curas vs. la dictadura del mercado laboral... Esto sí que es una pinza y lo demás son tonerías.


En 1186 a.C., en Deir El Medina, los obreros que construyen la tumba del faraón Ramsés III se ponen en huelga, la primera conocida de la Historia. Este tipo de datos hacen ver las cosas en perspectiva: en comparación con los tres mil años de resistencias al poder y a sus injusticias, ¿qué cuentan las actuales horas bajas que atraviesa la conciencia crítica? No se relajen, todo acaba de empezar...


El único controlador aéreo que realmente estaba enfermo en el puente de diciembre. Qué perra es la vida...


"Los ricos no van a la cárcel", dice el asesino. "Usted no es rico, Gordon", responde, impasible, el teniente Horatio Caine (de CSI Miami). A lo que hemos llegado: ya ni se molestan en negar que los ricos no van a la cárcel... Por otro lado, ¿qué se puede esperar de un pelirrojo?...


"¡Rabia es lo contrario a desidia y derrota, es la fuerza que nunca debe cesar!", dijeron los Reincidentes. "Y aunque aquí nos quememos, y aunque intenten jodernos, nunca protestaremos y aquí nos quedaremos, no moveremos ni un dedo, pasaremos de to de to...", contestaron los Veintegenarios. Y razón no les falta, vaya país de sangre de horchata...


Pues resulta que la película japonesa "El imperio de los sentidos" en su versión original, en japonés, se llama "Ai-no corrida". Quien la haya visto sin duda sabrá apreciar la ironía...


Eguiguren, presidente del grupo socialista en el parlamento vasco, ha declarado en el juicio de Otegi que a éste le une "una amistad normal que surge de conocerse." Ay, Otegi, así te va con esas amistades...


Charlie Sheen, protagonista de "Dos hombres y medio", cobra un millón de euros POR CADA CAPÍTULO (que dura media hora). Con 24 capítulos por temporada, haced cuentas... Yo no sé por qué todo esto nos parece normal... Entre otros que se cuentan en los 10 primeros puestos están los protagonistas de CSI, de Ley y Orden, los guionistas de Los Simpson, y Hugh Laurie (House). Dicho sea de paso, sólo 3 mujeres, la primera en el 5º puesto. Aún les queda un poquillo hasta la paridad...


No salgo de mi asombro: Labordeta (en el segundo plano) fue profesor de Jiménez Losantos (aquí, con 15 años). Pero es que también lo fue de Federico Trillo y de Manuel Pizarro... Mecagüen... ¿Labordeta, qué hiciste?


"Sid, el niño malo del primer Toy Story, reaparece en la tercera parte como basurero (...)." Joder, no es clasista ni nada... "si eres malo, acabarás de basurero".


"Todo el mundo desea tu bien; cuida de que no te lo roben." EUGENIO D'ORS. Ingenioso. Aunque lo que me llamó la atención desde el primer momento fue la intención de privatizar el "bien" contenida en el aforismo. Luego indagué sobre el autor y descubrí que fue una de las cabezas visibles del ámbito cultural en el franquismo desde 1938. Al final, todo encaja...


"Adolescentes indios que empoderan a sus vecinos en salud reproductiva, mujeres nepalíes con vih que sensibilizan sobre gobernanza y granjeros de Malawi que comparten tus trucos para lograr la seguridad alimentaria." escribe un tal CARLES CASALS en Canalsolidario.org. ¿¿Adolescentes que empoderan a sus vecinos?? (Suena a delincuencia juvenil...) ¿¿VIH que capacita para "sensibilizar sobre la gobernanza"?? (!!!) ¿¿"Trucos" para lograr seguridad alimentaria?? (Ni que estuviéramos hablando de recetas de cocina...) Este "analfabetismo licenciado" de moda, lejos de la legítima innovación del lenguaje en busca de la precisión y del matiz, nos caricaturiza a todos los que creemos en la posibilidad de una visión al mismo tiempo científica y crítica de la realidad social. (En la imagen, el empoderamiento de un vecino en mi barrio)


"Muchos bonzos esrilanqueses se sitúan políticamente en la extrema derecha y consideran que el país sólo pertenece a los cingaleses budistas. Unos monjes candidatos a las elecciones legislativas posaron con soldados en los carteles electorales", informa el periodista CÉDRIC GOUVERNEUR. Tras la derrota de los Tigres Tamiles el año pasado, hay unos 300.000 civiles de esta etnia recluidos en campos de concentración a la espera de que se decida quién es "terrorista" y quién no. Con 12.226 casos de desaparición el país se sitúa en segundo puesto, tras Iraq, en esa estadística, y las ejecuciones sumarias no son infrecuentes. Vamos, que ¡joder con los budistas!... A ver si con esto se callan algunos y entienden de una vez que todas las religiones, todas sin excepción, sólo son coartadas para las miserias del poder.


"Es cierto que la presencia de comportamientos oportunistas y de despilfarro de recursos es un peligro siempre latente en [las empresas públicas], pero son actitudes que pueden atajarse con una adecuada política de incentivos y de control social. (...) la evidencia empírica sustenta que la empresa pública o privada refleja ineficiencias cuando hay posición de dominio en el mercado y cuando los usuarios o consumidores no participan en sus consejos de administración." CLEMENTE HERNÁNDEZ, del Departamento de Análisis Económico Aplicado de la Universitat d'Alacant.

¿Hungría señala el camino?

Buena parte de los problemas actuales de nuestras economías estaban prediagnosticados desde antes de la crisis. Habíamos cedido nuestra soberanía a instancias internacionales (como la Unión Europea), al tiempo que éstas estaban (y siguen estando) secuestradas por insensatos fanáticos ultraliberales y poderosos lobbies.

Y ahora, ¿quién defiende la soberanía de los pueblos? Los contados gobiernos de “izquierda” (social-demócratas) que quedan en Europa se alinean con las políticas más duras del liberalismo. Y los únicos que se enfrentan a Bruselas son... gobiernos de extrema derecha o conservadores por cuestiones de una agenda de extrema derecha. Es decir, Hungría por lo de la libertad de expresión, Polonia por lo de los homosexuales, Francia por lo de los gitanos...

¿Cómo ha podido pasar que el discurso de la soberanía popular –el principio democrático por anonomasia-, se haya encontrado tan hegemonizado por el fascismo más puro y duro?

Las expectativas parecen poco esperanzadoras. Unos seguirán en la deriva controlada casi sin intermediarios políticos por el gran capital, otros encauzarán la disconformidad popular hacia un retrógrado y xenófobo frenesí. En la mayoría de los casos, se dará alguna mezcla de ambas cosas: con una mano agitarán los banderines nacionales, mientras que con la otra seguirán expoliando nuestro trabajo y escatimándonos todo beneficio social.

No hay mal que cien años dure y seguro que será cuestión de tiempo que se produzca una reacción. Pero, ¿de cuánto tiempo? ¿Y cómo de dañadas estarán para entonces la mentalidad de lógica colectiva, la solidaridad entre los pueblos, la capacidad crítica de los ciudadanos?

jueves, 20 de enero de 2011

La ciencia de las expectativas

Como parte de su obsesión por convertir una ciencia social como es la Economía en una rama de las Matemáticas, el pensamiento liberal se ha visto forzado a postular la ficción del homo economicus, un decisor:

  1. individualista y egoísta
  2. racional en sus cálculos
  3. informado sobre el mercado

Es evidente que ni siempre pensamos de forma egoísta, ni siempre calculamos de forma racional, y mucho menos estamos siempre informados. Más aún, hay diferencias muy significativas entre nosotros: no todos somos igual de egoístas, ni igual de racionales, y mucho menos estamos igual de bien informados. Como fuese, los ideólogos liberales elevan un dique entre su Economía y todas estas interrogantes, construyendo una ciencia que, en el mejor de los casos, se podría decir que teoriza sobre una parcela del comportamiento humano y social (aceptando la ficción de que éste se puede parcelar). Pretendiendo luego elevar sus conclusiones al rango de dogmas universales.

Pero más que una crítica a fondo del concepto, lo que quería hacer ahora era llamar la atención sobre un aspecto particular: el papel de las expectativas en esta abstracción. Se reconoce pero se explicita muy poco el hecho de que el susodicho homo economicus tiene como fundamento de su decisión racional no un conocimiento cierto, sino una expectativa de acontecimientos. Pero como una buena parte de nuestras circunstancias son sociales, ello nos lleva a varias reflexiones interesantes.

En primer lugar, en un contexto social, basarse en una expectativa de acontecimientos significa basarse en una expectativa de las expectativas de los demás, que a su vez se basan en las expectativas de los demás, incluida nuestra propia expectativa sobre sus expectativas... Es decir, se introduce un elemento de incertidumbre potencialmente infinita. El libre juego del mercado consiste, en buena medida, en una partida en la que los participantes se esfuerzan constantemente por prever el comportamiento de los demás mejor que ellos.

Pero no se trata sólo de prever mejor que los demás. Lo que me lleva a una segunda reflexión: hay personas con herramientas materiales y culturales a su disposición suficientes para manipular las expectativas de sus congéneres. Cuando deciden utilizarlas en provecho propio, se convierten en lo que se conoce como especuladores.

El poder -ya no solamente económico, sino también político- de los grandes especuladores, de los grandes manipuladores de las expectativas humanas, se hace bien patente en la situación actual, en la que llegan a dictar, de forma muy poco disimulada, sus preferencias a los Gobiernos de todo el mundo (y en primer lugar a los nuestros, sometidos por la mordaza comunitaria).

Realmente su existencia es un puteo para los economistas liberales porque, aún sin salirse de los diques que se habían planteado, desbarata buena parte de sus teorizaciones y resta mucha credibilidad a sus previsiones. Una lástima que a nadie le importe.

miércoles, 19 de enero de 2011

Ansiedad y muerte

¿Puede ser nuestra mortalidad la razón última de todas nuestras ansiedades?

La ansiedad nos impulsa a satisfacer compulsiva, desesperada, urgentemente nuestros deseos. Como si se fuera a acabar el mundo. Pero es que realmente se va a acabar. Para nosotros, claro. Moriremos y nunca podremos hacer esto o aquello que deseamos. Conscientemente o no, no lo aceptamos y por eso nos precipitamos en una frenética actividad por hacerlo todo mientras aún queda tiempo. Y nunca tenemos bastante porque olemos cerca el final. Nos afanamos siempre un poco más. Y nos ahogamos siempre un poco más.

¿Qué razones para la ansiedad tendríamos de ser inmortales? ¿Qué podría preocuparnos más que el momento? ¿Qué necesidad tendríamos de pensar en el futuro?

Lo más parecido a un ser inmortal no es aquel que pasa a los libros de Historia por sus proezas. Si está en los libros es porque, a fin de cuentas, está muerto. Tras una vida probablemente llena de ansiedades que le impulsaron a hacer todas esas cosas por las que los libros han terminado por recogerlo.

Las religiones niegan la muerte. Pero ésta es real: el creyente no hace más que mentirse a sí mismo. Hace un esfuerzo sobrehumano para insistir en que una pared es negra cuando evidentemente es blanca. Lo cual no le crea más que contradicciones que resuelve reafirmándose en compulsivos rituales. En resumen, la religión no aporta más que nuevos miedos, más ansiedad.

Lo más parecido a un ser inmortal es una persona libre de sus ansiedades. Una persona que vive como si fuera inmortal. Una que es inmortal mientras vive.

sábado, 15 de enero de 2011

El humor como coartada

El humor se ha convertido en una especie de vaca sagrada, un espacio en el que, más que en ningún otro, si algo no te gusta... te jodes y te aguantas (salvo cuando se trata de la Familia Real, claro). Pero, ¿todo vale para echarse unas risas? ¿Es realmente neutral este espacio?

¿Está bien que un dibujante, profesional del humor, haga gracia con cualquier cosa? ¿Y un profesor chistoso? ¿Y un presentador de noticias? ¿Y un madero que encuentra gracioso quemar cigarrillos en el cuello a los detenidos?

Parece evidente que no todo lo que uno considera gracioso sólo por ello debe ser aceptado. Y que, en ocasiones, el humor es sólo una tapadera para la propaganda de determinadas ideas y valores. En ocasiones por no decir siempre: porque nunca, ni cuando bromeamos, podemos dejar de ser nosotros mismos, con toda la carga de emociones, juicios y voluntades que ello conlleva. Entonces, si determinadas personas me parecen detestables, ¿por qué no me puede parecer detestable su sentido de humor?

Está la libertad de expresión, claro: si quiero que me dejen hacer mis bromas debo dejar a otros que hagan lo respectivo. Pero el caso es que la libertad de expresión es una ficción más de la democracia formal. Igualdad y libertad en el papel; desigualdad real en los derechos configurada por desiguales relaciones de poder. Los propietarios de los grandes medios de comunicación son los que dictan, en buena medida, hasta los chistes con los que nos reímos en el día a día.

Así que al defender la libertad de expresión formal no se nos debería olvidar que, ante todo, defendemos el derecho de los grandes empresarios a mantener su hegemonía en el discurso público. Con frecuencia, el derecho de los fuertes a reírse de los débiles.

Aún con todo… Yo me río casi de cualquier cosa. He llegado a reírme de auténticas burradas. Si un chiste es gracioso, pues es gracioso y punto. Lo que me importa más que el chiste en sí quizá sea quién lo cuenta y en qué contexto, y quién se ríe de él y por qué. Con un mismo chiste me puedo descojonar a más no poder con mis colegas, pero no con otras personas cuya risa sé que está envenenada, por ejemplo, por el racismo o por el desprecio hacia la mujer.

El chiste, quizá, se parezca en eso a un fusil: por un lado está su calidad, digamos, técnica, y por otra las manos en las que se encuentra y a dónde esas manos apuntan.

Y con esto enlazo con la cuestión a la que quería llegar: la importancia de distinguir entre el espacio privado y el espacio público en todo este asunto. Cuando “se dispara” un chiste en un ámbito privado, se sabe perfectamente cómo se va a interpretar. Se trata de una “explosión controlada”. Cuando se hace en una tira cómica, en una pantalla de televisión o en un aula, aún presuponiendo al emisor toda la buena intención del mundo (lo que ya es mucho presuponer) la audiencia no se controla. Lo que para unos es una broma sin más, para otros es una confirmación de sus prejuicios y estereotipos.

Actuar en un espacio público conlleva una responsabilidad. Es cualitativamente diferente de una conversación privada. Y no hay nada de hipócrita en ello: simplemente es ser consciente de a quién llega tu mensaje y de cómo lo puede interpretar.

jueves, 13 de enero de 2011

Pensar en ti es no pensar en ti

Tengo una sugerencia para los que dedican buena parte de su tiempo a recrearse en lo dura que es su vida, en la mala suerte que les persigue, en lo miserables que se sienten… Para los que van a terapias año tras año, sin terminar nunca de averiguar qué les pasa. Para los que consideran que lo sano es estar todo el día compartiendo sus sentimientos y emociones (en realidad, agobiar a los demás con sus problemas, “problemas” y problemillas).

Que se olviden un poco de sí mismos y piensen en otras personas. Que lo hagan aunque fuera por su propio bienestar, aunque fuera desde el egoísmo.

La idea de “tengo demasiados problemas para andar pensando en los demás" es una trampa. No hablo de un compromiso con grandes causas de la Humanidad, ni del servilismo cristiano, sino de empatía, compañerismo, solidaridad, espíritu de colaboración, voluntad de estar al lado de aquellos que nos importan.

Para ello es necesario en primer lugar preguntarse: ¿quién realmente nos importa? ¿Acaso hay alguien que nos importa de verdad? Porque si la respuesta es negativa... estamos ante un problema más gordo de lo que pensábamos...

En segundo lugar, hay que intentar comprender a la otra persona. No desde nuestras propias obsesiones, sino realmente... ¿qué tiene dentro? ¿Cuál es el mundo en el que vive? Aunque es imposible meterse en la piel de otro, sí es posible relativizar un poco y no dejarse llevar por los propios sesgos, controlar nuestras proyecciones. Pero sólo se puede hacer desde una preocupación sincera y genuina por el otro.

En tercer lugar, ¿qué puedo hacer para que le vaya mejor?

Y por último, hacerlo.

No sé exactamente cómo funciona –supongo que viene de lo más profundo de la naturaleza social del animal humano- pero sí sé que preocuparse por otros, de una forma sana, constructiva, no compulsiva, ni impositiva, nos ayuda a sentirnos mejor con nosotros mismos. No se trata vivir por los demás, nada de morralla grandilocuente. Sólo acordarse regularmente y con genuino interés de que nuestros amigos, familiares, allegados... son personas en sí y no meras circunstancias de nuestra existencia.

Convirtiéndolos, de vez en cuando, en fines en sí mismos, como diría Kant, sólo podemos salir ganando:

- Nos distraeremos de nuestras, con frecuencia mezquinas, preocupaciones.

- Elevaremos nuestra propia autoestima.

- Mejoraremos la calidad de nuestras relaciones sociales.

Porque tratar a las personas como meros medios para otros fines -por muy loables que éstos puedan ser- terminará por hacernos infelices y miserables, a nosotros y a los demás. (A la derecha, la imagen de un mero medio.)

Afrontemos la paradoja: pensando en uno mismo, se debería dejar de pensar tanto en uno mismo.

viernes, 7 de enero de 2011

Paletos listos

Puedo entender a quienes utilizan los argumentos macroeconómicos ultraliberales porque corresponden a sus intereses de clase. Puedo entender a quienes los construyen porque así se labran una próspera carrera académica. Hasta puedo entender a quienes no ven más allá de un simple "trabajar duro y no pensar".

Pero a quien más me cuesta entender es a los que, contra toda evidencia y contra sus propios intereses, rumian y escupen nociones básicas prefabricadas extraídas de algún tertuliano o editorialista. Son, como escuché decir a alguien una vez, los paletos listos. Se creen muy listos porque saben dos cosas más que quienes les rodean sobre estructuras financieras o sobre el mercado de trabajo. Y se zampan ávidamente toda la ideología que se fabrica para ellos, asombrando con su estupidez hasta a los propios ideólogos.

El ejemplo que más llama la atención (por ser especialmente imbécil) es el de los (no pocos) que, puteados en su curro, llegando a duras penas a final de mes, defienden luego en el bar la flexibilización de las condiciones laborales o el abaratamiento del despido como solución para el paro. De nada sirve argumentar con ellos: no es la razón sino la vanidad lo que sostiene su engaño.

Son los mismos que se creen que hay medios de izquierdas y medios de derechas y que viendo la tele pueden llegar a tener un punto equidistante y objetivo. Ignorando, con agilidad felina, que las grandes polémicas mediáticas son, con frecuencia, simples cortinas de humo.

O los que creen que las razones de la actual crisis se reducen a la irresponsabilidad de quienes contrataron créditos hipotecarios sin suficientes garantías... O los que piensan que ya no existe el "capitalismo", ni el "proletariado"...

En el fondo, esos paletos listos son los que más lástima dan: la presa más fácil, siempre a cuatro patas... y encima alabando a quien que se la mete hasta las trancas.