miércoles, 6 de abril de 2011

El falaz debate sobre el déficit público

Se ha llegado a un punto de analfabetismo político en que los argumentos y contraargumentos impuestos por la agenda mediática son lo único que retienen nuestras mentes. El déficit, por ejemplo. Es como si fuera imposible salirse del "se gasta demasiado" y "se debe recortar". Incluso gente más o menos progre te sale con esas, justificando tácitamente las barbaridades acometidas por nuestros gobiernos.

Impuestos

¿Qué pasa con la otra parte de la balanza: la de los ingresos? El credo liberal machaconamente nos repite que hay que reducir impuestos para incentivar la economía, limitando drásticamente de esta forma las posibilidades de financiación del Estado. Sin embargo, tanto histórica como actualmente salta a la vista que la correlación entre la presión impositiva y el dinamismo económico es merecedora de ser discutida. Baste, por ejemplo, observar el gráfico de la derecha en el que los países más atrasados de Europa son claramente también los de menor presión fiscal. Es evidente que hay factores mucho más relevantes para la salud de las Economías que las cargas al capital.

Empresas públicas

Una de las grandes victorias ideológicas del capital ha sido meternos en la cabeza la imagen de una empresa pública como algo necesariamente corrupto, aparatoso, ineficiente. Nada más alejado de la realidad. Cuando alguna vez las empresas públicas han llegado a ser deprimentes ha sido precisamente porque la misma ideología del Estado capitalista había reservado los espacios más lucrativos y florecientes del mercado al capital privado, mientras que aquellas se limitaban a parchear los sectores en declive

Este incomprensible papel marginal y supletorio del Estado se convirtió en sistema en muchos países, entre ellos España. La social-democracia sueca, por el contrario, nunca había gastado esfuerzos en mantener a flote empresas deficitarias y sin futuro. Aunque tampoco abandonaba a nadie a su suerte: tenía para ello un estupendo sistema de formación para adultos que ayudaba a los trabajadores a recualificarse para el reingreso en la vida laboral activa, apoyándose mientras tanto en las prestaciones para el desempleo (pese a lo cual nunca llegó a tener los monstruosos índices de paro del Estado español, contradiciendo, por cierto, otro de los mitos de la ideología liberal).

Unas empresas públicas bien organizadas e implantadas, no necesariamente de forma monopolista, en sectores de alto rendimiento son otra fuente de ingresos para el Estado. Pero, una vez más, la ideología del régimen las prohíbe...

El sentido del gasto

Last but not least, ¿en qué se ha gastado? ¿A qué se debe el déficit actual? ¿A la educación? ¿A la sanidad? ¿A justicia? Mentira, mentira y una vez más mentira... buena parte de la actual deuda corresponde a los "rescates" financieros. Es decir, a la pasta que se dio a los ya de por sí forrados banqueros hace dos años para que no cerraran el grifo de la financiación (cosa que, por otra parte, no han dejado de hacer). Apenas si escuché por aquel entonces protestar a algún liberal por ese despilfarro. Ahora, por el contrario, bien que se les llena la boca culpando al Estado de bienestar de los desequilibrios presupuestarios y exigiendo reformas laborales, de pensiones de jubilación, recortes en Sanidad y Enseñanza, mantenimiento bajo mínimos de Justicia, etc.

Todos estos "detalles" pasan completamente desapercibidos. Yo no entiendo nada. La apatía es la única explicación: una amplia mayoría no quiere ni intentar entender el debate porque, por poquito interés que pusiera, entendería la enorme bola que nos están haciendo tragar.

Pero pueblo apático, poder desatado... Y a los hechos me remito.

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