¿Cómo generar riqueza y justicia social al mismo tiempo? Términos que la economía liberal ha querido presentar como antitéticos, son sin embargo perfectamente conciliables a través de la inversión pública.
A) La única fuente de riqueza es el trabajo y su capacidad productiva.
B) La manera de aumentar la productividad del trabajo sin causar daño al trabajador es a través de la implementación de una tecnología apropiada y el aumento de la cualificación de la mano de obra. Ambos aspectos requieren invertir en educación.
C) Pero las posibilidades de ascenso social que proporciona la educación chocan con las estructuras sociales y productivas dadas de cada momento histórico (por ejemplo, si hay demasiados licenciados, la licenciatura se devalúa).
D) Por tanto, es necesario, asimismo, actuar sobre las estructuras.
Cómo se relaciona lo público con la educación es objeto de un debate aparte. Pero hay una cuestión más problemática: la de cómo los poderes públicos pueden actuar sobre las estructuras sociales y productivas. Pues bien: mi opinión es que pueden hacerlo controlando los sectores más dinámicos de la economía. Ya lo hicieron en la Europa Occidental de la posguerra cuando se nacionalizaron las industrias punteras, y se podría volver a hacer. No me refiero a subvenciones para las empresas privadas de la Nueva Economía: éstas sólo reforzarían con dinero público las desigualdades sociales y las estructuras productivas en las que sus directivos y propietarios estuvieran interesados. Me refiero a un control directo, a empresas públicas en sectores con amplio margen de beneficios.
Se matarían 20 pájaros de un tiro:
- Al ser sectores muy rentables, aportarían dinero para arcas públicas en lugar de quitárselo.
- Se podrían amortiguar las desigualdades sociales al tener mayor capacidad de control sobre las estructuras jerárquicas y salariales y sobre las condiciones laborales.
- Sería una forma de creación directa de empleo (y lo que es casi igual de importante: empleo cualificado).
- Reforzar lo público es reforzar la democracia: siempre hay mayor control social sobre lo que hace un cargo electo que sobre el de un empresario privado.
- Por esta vía, se podría represtigiar lo público y buscar nuevas formas de participación social en la toma de decisiones.
- Etc. etc.
Y adelantándome a posibles objeciones, debo repetir una vez más que la supuesta ineficacia inherente al sector público es un cuento. Las causas de la ineficacia están en la burocratización, el déficit democrático de la dirección y en otros factores que pueden afectar tanto al sector público como al privado de formas diferentes según el período histórico considerado. ¿Cuántas empresas han tenido que ser reflotadas por el Estado por la mala gestión privada? ¿Acaso los usuarios no hemos sufrido tanto de las administraciones públicas como de los servicios de atención al cliente privados? Es decir: nada hay en la gestión pública que necesariamente la haga más ineficiente que a la privada (aunque coyunturalmente pueda darse el caso).
Obviamente, se podría calificar de ineficiente el mantenimiento de un salario suficiente o de unas condiciones laborales dignas. Pero en realidad sólo es un problema si hay un competidor desleal que no mantiene dichas condiciones. Un objetivo complementario, por tanto, debe ser asegurar que nadie pueda sacar ventajas con rebajas salariales u otros ataques contra el trabajador.
1 comentario:
¡Ahí le has dao! ¡qué bueno!
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