En sociología se ha hablado siempre mucho de la doble vara de medir que se emplea para catalogar los comportamientos "desviados" como criminales. En la mayoría de los casos el acento se ha puesto en cómo se criminaliza al pobre: cómo se le persigue por el aspecto visible de su pobreza, cómo se castigan con mayor dureza los crímenes más propios de su clase... Y a mi gusto no se ha insistido lo suficiente en el otro lado de la ecuación: en cómo se libran los ricos de la persecución. Una realidad que, ni siquiera el manoseo mediático de la corrupción en los últimos años, ha conseguido cambiar. Los ricos:
Controlan la definición ideológica de la desviación. La hegemonía de clase se extiende, naturalmente, a la definición de lo que está "bien" y lo que está "mal". Un ejemplo de los muchos que se podrían poner: está bastante más estigmatizado en el imaginario popular ser prostituta (trabajadora) que proxeneta (empresario).
Controlan la definición legal del delito. Quienes dicen ser nuestros representantes en realidad solo representan, lógicamente, a su clase social y, en consecuencia, al elaborar las leyes, regulan con una laxitud pasmosa los delitos propios de su clase, tales como la evasión fiscal.
Controlan los recursos para hacer frente a las acusaciones. Recursos informales, como contactos en el mundo de los fiscales y los jueces, y recursos formales, dinero para llegar a acuerdos, pagar fianzas y contratar buenos abogados.
Controlan el castigo mediático. Cuando los ricos son perseguidos merecen mayor consideración que otros: las "humillaciones" o "calvarios" por los que pasan los corruptos que se sientan en el banquillo no son nada comparado con lo que puede sufrir un inmigrante sin papeles en una sola noche de calabozos. Pero llevar traje te da un plus de respetabilidad y presunción de inocencia.
La conclusión principal para mi es que, aunque puede que los pobres sean con frecuencia castigados con injustificada dureza, el problema principal es que los ricos, gracias a todos estos mecanismos, se encuentran en gran medida fuera del alcance de todo castigo o control.
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