"Una gran película americana (...), un final inspirador." dice Roger Eberts de Chicago Sun-Times sobre Precious (Lee Daniels, 2009). Y tan americana... Si bien es verdad -y es de agradecer- que se olvida del mito de "la tierra de las oportunidades", no deja de ser una versión por lo bajo del individuo que sale adelante y se eleva por encima de sus circunstancias. Una enfoque atractivo por épico, al tiempo que tramposo y muy americano. Es portador de la idea de que, por muy adverso que sea nuestro contexto siempre podemos ser más fuertes. Y de esa idea deriva, de forma lógica, la culpabilización y responsabilización del individuo que no ha superado sus circunstancias sociales: "si no has salido hacia delante, es porque estás demasiado corrompido o porque no eres lo bastante fuerte".
Como una laxa concesión a las causas sociales aparece el papel del microentorno. De esta forma se plantea la dramática situación de Precious como un caso extremo, pero natural dado el entorno subcultural de los barrios bajos. Responsabilizando nuevamente a las propias víctimas (esta vez en un sentido algo más amplio) de su situación, negándose a cuestionar el papel de la sociedad en su conjunto en la situación de, en este caso, los negros de Harlem.
De hecho, en toda la película, el contacto con grupos sociales no pertenecientes al entorno más inmediato de Precious aparece sólo a través de dos personas: la asistenta social y la profesora guay.
Una actitud hostil nada velada frente a los servicios sociales deja bien a las claras la clase de progresismo al que se apunta el filme. "Ya has visto lo que los servicios sociales han hecho a tu madre", dice la profesora guay a Precious cuando ésta se plantea salir adelante con el apoyo de los subsidios. El posicionamiento es muy poco ambiguo: los servicios sociales no valen más que para perpetuar la holgazanería. Recurrir a un subsidio es una vergüenza e implica unirse a la tropa de vagos y tramposos, cuando no pervertidos o drogadictos, que se benefician de la asistencia social. Puede que los servicios sociales no se representen como algo realmente malvado, pero sí desde luego como algo muy nocivo.
¿Cuál es entonces la solución que nos venden? "Escribe, escribe, ¡escribe!", le repite la profesora guay a Precious cuando esta acaba de saber que es seropositiva. La educación se repite como un conjuro omnipotente como si, por sí sola, fuera a evitar que haya bolsas de pobreza o proveer de un trabajo digno a todo el mundo. Está demostrado que las diferentes distribuciones de los niveles educativos en la sociedad apenas afectan a la estructura de las desigualdades sociales. Basta con citar la inflación de títulos: proceso por el cual la expansión de una titulación determinada en la sociedad, en lugar de aumentar la movilidad ascendente en dicha sociedad reduce la cotización de sus titulados en el mercado laboral.
No niego que sin una educación para todos es difícil que pueda existir una sociedad más justa. Sin duda la educación va de la mano con la emancipación... Pero es que la profesora guay promete a una niña de 16 años analfabeta y con dos hijos que irá a la universidad... En fin.
Al final, salvando el extra de drama en la historia personal de la protagonista, Precious no pasa, para mí, de ser otra peli más de profes implicados que redimen a alumnos de barrios chungos. Gracias por la voluntad... pero de buenas intenciones está lleno el infierno.
Y para no terminar sin haber dicho algo bueno, he allí un precioso alegato contra la homofobia que pronuncia la protagonista:
Como una laxa concesión a las causas sociales aparece el papel del microentorno. De esta forma se plantea la dramática situación de Precious como un caso extremo, pero natural dado el entorno subcultural de los barrios bajos. Responsabilizando nuevamente a las propias víctimas (esta vez en un sentido algo más amplio) de su situación, negándose a cuestionar el papel de la sociedad en su conjunto en la situación de, en este caso, los negros de Harlem.
De hecho, en toda la película, el contacto con grupos sociales no pertenecientes al entorno más inmediato de Precious aparece sólo a través de dos personas: la asistenta social y la profesora guay.
Una actitud hostil nada velada frente a los servicios sociales deja bien a las claras la clase de progresismo al que se apunta el filme. "Ya has visto lo que los servicios sociales han hecho a tu madre", dice la profesora guay a Precious cuando ésta se plantea salir adelante con el apoyo de los subsidios. El posicionamiento es muy poco ambiguo: los servicios sociales no valen más que para perpetuar la holgazanería. Recurrir a un subsidio es una vergüenza e implica unirse a la tropa de vagos y tramposos, cuando no pervertidos o drogadictos, que se benefician de la asistencia social. Puede que los servicios sociales no se representen como algo realmente malvado, pero sí desde luego como algo muy nocivo.
¿Cuál es entonces la solución que nos venden? "Escribe, escribe, ¡escribe!", le repite la profesora guay a Precious cuando esta acaba de saber que es seropositiva. La educación se repite como un conjuro omnipotente como si, por sí sola, fuera a evitar que haya bolsas de pobreza o proveer de un trabajo digno a todo el mundo. Está demostrado que las diferentes distribuciones de los niveles educativos en la sociedad apenas afectan a la estructura de las desigualdades sociales. Basta con citar la inflación de títulos: proceso por el cual la expansión de una titulación determinada en la sociedad, en lugar de aumentar la movilidad ascendente en dicha sociedad reduce la cotización de sus titulados en el mercado laboral.
No niego que sin una educación para todos es difícil que pueda existir una sociedad más justa. Sin duda la educación va de la mano con la emancipación... Pero es que la profesora guay promete a una niña de 16 años analfabeta y con dos hijos que irá a la universidad... En fin.
Al final, salvando el extra de drama en la historia personal de la protagonista, Precious no pasa, para mí, de ser otra peli más de profes implicados que redimen a alumnos de barrios chungos. Gracias por la voluntad... pero de buenas intenciones está lleno el infierno.
Y para no terminar sin haber dicho algo bueno, he allí un precioso alegato contra la homofobia que pronuncia la protagonista:
Mamá dice que los homosexuales son mala gente. Pero, mamá, los homosexuales no me violaron ni te hicieron a ti así. Los homosexuales no me dejaron todos esos años en esa escuela sin que aprendiera nada, ni son los que venden crack a la gente de Harlem.
2 comentarios:
Interesante...
En mi mas humilde opinión, espero entender mal la idea que das sobre la importancia de la educación, claramente la protagonista no fue la maestra, sino la joven Precious. Sin embargo hacen notar claramente que la educación siempre será la ventana de esperanza hacia el crecimiento, progreso y superación.
También implica sobre los objetivos de las personas, no termina diciendo que fue a la universidad, o que fue jefa de un departamente gubernamental o algo así. Siempre tuvo en mente que quería ser una buena madre, y recuperar a sus hijos, cosa que al final logró.
Precious es un perfecto ejemplo de que las personas deben tener fortaleza para cumplir cualquiera que sea sus metas. Y que la educación directa o indirectamente es un medio, en mi opinión el mejor para encontrar la solución.
Saludos....
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