Pero en algún momento la "historia de la guerra" perdió su importancia y empezó a aparecer cada vez más en las pantallas una "psicología de la guerra". Se podría decir que, al menos en parte, perdió su importancia quién luchaba contra quién y por qué. Emergió una guerra abstracta que pretendía ser una especie de estudio psicológico sobre la naturaleza humana. Esta nueva dimensión humanizó en cierta medida el cine bélico, rescató a los personajes más aplanados del cine más histórico, les dio volumen. Pero por el camino perdió algo fundamental: la razón del conflicto.
Obras maestras sobre la guerra de Vietnam -Apocalypse Now (Francis Ford Coppola, 1979), La Chaqueta Metálica (Stanley Kubrick, 1983)- también son más "psicológicas" que "históricas". Enfocan la guerra en tanto que fenómeno psico-social, no acontecimiento histórico particular. Pero si esas dos películas no se olvidan, en el camino, de criticar la guerra, de hacerse preguntas sustanciales como "¿Qué cojones están haciendo nuestras tropas allí?", En Tierra Hostil sí lo hace. En comparación con los clásicos de Coppola y Kubrick, la película de Bigelow profundiza aún más en la neutralidad del cine respecto al conflicto. Y además lo hace, a diferencia de aquellos (que se filmaron años después de la retirada de las tropas yanquis de Vietnam), en plena guerra, cuando el ejército estadounidense sigue ocupando y torturando, tras haber provocado en el caos con su invasión.
Esa asepsia es, en parte, bien comprensible desde un enfoque comercial. Sin mojarse, es más fácil atraer a un público más amplio. Pero, como es bien sabido, aquí, en Iraq y en todas partes, no mojarse significa tomar el lado del más fuerte.
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