Lo lees y parece inverosímil que un poema tan claramente erótico pueda interpretarse en el sentido del amor entre Dios y la comunidad de creyentes. Que no puede ser que tal comparación hubiera salido sino de una mente inflamada por las drogas o por la religión.
Es posiblemente el mejor ejemplo de que siempre vemos lo que queremos ver. Disponemos de un número reducido de claves interpretativas y son las que manejamos. Y está claro que para unos ese número es más reducido que para otros. En el cristianismo, en las simplezas de la teoría económica liberal o en la escolástica marxista, por doquier se pueden encontrar personas que son simplemente incapaces de ver el mundo en tres dimensiones.
Fray Luis de Limón es uno de los máximos exponentes de los psicopáticos extremos que puede alcanzar la mente humana. Por sus santos cojones de fraile tenía que hacer encajar el Cantar en las coordenadas religiosas más impensables y su exégesis merece ser leída para admirar el sobrehumano esfuerzo que, a buen seguro, le supusieron versos como estos:
¡Oh, si él me besara con besos de su boca!
El rey me ha metido en sus cámaras;
Nos gozaremos y alegraremos en ti
Morena soy, oh hijas de Jerusalén, pero codiciable
Como las tiendas de Cedar,
Como las cortinas de Salomón.
No reparéis en que soy morena,
Porque el sol me miró. (Se ve que ya en la antigua Judea los caballeros las preferían rubias...)
He aquí que tú eres hermosa, amiga mía; he aquí que tú eres hermosa;
Tus ojos entre tus guedejas como de paloma;
Tus cabellos como manada de cabras
Que se recuestan en las laderas de Galaad.
Tus dientes como manadas de ovejas trasquiladas,
Que suben del lavadero,
Todas con crías gemelas,
Y ninguna entre ellas estéril.
Tus dos pechos, como gemelos de gacela,
Que se apacientan entre lirios.
¡Cuán hermosos son tus amores, hermana, esposa mía! (A todo eso, ¿cuándo ha considerado el dios judeo-cristiano a la esirpe humana "hermana" suya?)
Como panal de miel destilan tus labios, oh esposa;
Miel y leche hay debajo de tu lengua
Venga mi amado a su huerto,
Y coma de su dulce fruta.
¡Cuán hermosos son tus pies en las sandalias,
Oh hija de príncipe!
Los contornos de tus muslos son como joyas,
Obra de mano de excelente maestro.
Tu ombligo como una taza redonda
Que no le falta bebida.
Tu vientre como montón de trigo
Cercado de lirios.
Tus dos pechos, como gemelos de gacela.
Tenemos una pequeña hermana,
Que no tiene pechos;
¿Qué haremos a nuestra hermana
Cuando de ella se hablare? (Aquí es cuando el relato ya se vuelve demencial y discuten de con quién van a casar a la hermana pequeña de la "amada", al parecer de escaso tetamen.)
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