Pero al mismo tiempo el ser humano es el ser más inadaptado. Nunca, jamás, se ha sentido del todo a gusto, ni ante las circunstancias más favorables. Siempre ha visto alguna cosa que fuera posible mejorar. Y se ha aplicado a mejorarla. De ahí su tormentosa historia de bastante continuo progreso tecnológico y no tan continuo progreso social.
Religiones como el budismo violan la naturaleza humana cuando pretenden que nos quedemos quietos, parados, contemplando sin más. Hay algo dentro de nosotros que nos impide ser completa y permanentemente felices, conformarnos. Nunca nos ha bastado saciar el hambre: siempre hemos buscado además la forma óptima de hacerlo.
Un perfeccionismo imposible que ha convertido nuestra Historia en una carrera hacia un horizonte que se aleja un paso de nosotros con cada paso que damos hacia él. La fuente de nuestra permanente insatisfacción...
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