sábado, 27 de noviembre de 2010

Los talibanes vuelven a ser buenos

La tortuosa relación del Occidente con el totalitarismo islámico en Afganistán en breves trazos:

  1. El islamismo militante fue bueno (buenísimo) cuando se trataba de destruir la República Democrática de Afganistán (aliada de la Unión Soviética) en los años 80.
  2. Los talibanes fueron vistos con mejores ojos incluso en los 90 como una solución a la guerra civil de todos contra todos en que se sumió el país tras la retirada soviética: el restablecimiento del orden convenía tanto a la explotación de recursos naturales, como a la política interior pakistaní.
  3. Algunos ceños fruncieron cuando Al-Qaeda, con la que estaban íntimamente relacionados, atentó contra las embajadas estadounidenses de Kenia y Tanzania.
  4. Los talibanes de volvieron malos (malísimos) tras los atentados contra el WTC y la prensa de repente descubrió las barbaridades que hacían a las mujeres, los ataques a la diversidad cultural, etc. (como si nada de eso hubiera pasado antes)
  5. Ahora, en el callejón sin salida de la guerra, los estadounidenses, los pakistaníes y el presidente Karzai (ex representante de la petrolera californiana Unocal, por cierto) tienden la mano otra vez a los talibanes del mulá Omar para poder hacer frente de alguna manera a los talibanes pakistaníes, plenamente identificados desde hace algunos años con la yihad global de Bin Laden y que amenazan con desestabilizar por completo dicho país. Si al final resulta que tampoco era para tanto lo de las mujeres...

Con razón se pregunta, irónico, el antropólogo y diplomático Georges Lefeuvre: si las negociaciones con los talibanes no llegan a buen fin, ¿se debería entonces negociar con Al Qaeda?

El circo afgano continúa...

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